Arte en las entrañas de la tierra

Maribel Quiñones, Martirio, acompañada a la guitarra por su hijo Raúl Rodríguez, puso el broche de oro al VII Festival de Noches de Música a la Luz de la Mina celebrado en la antigua mina de Peña de Hierro, junto al nacimiento del río Tinto, en el termino municipal de Nerva, con un concierto íntimo dedicado a su amiga Chavela Vargas.

Martirio y Javier en peña de hierro

Según informa Juan A. Hipólito para Onda Minera RTV Nerva y Huelva Información, la noche se hizo música a la luz de la luna con la mina como testigo de excepción. Y por los bancos de la corta, cargados de mineral, celosamente custodiados por los pinos que la visten de verde entre tanto fondo multicolor, apareció Martirio, tras unos primeros acordes de guitarra a modo de presentación, para honrar a la dama del poncho rojo con su Luz de Luna.

La artista onubense prometió ofrecer una ducha interior a todo el que se acercara a Peña de Hierro a presenciar en vivo su nuevo espectáculo y los afortunados que siguieron su consejo se llevaron grabado a fuego lento y para siempre una experiencia inolvidable en uno de los parajes naturales más bellos de las zonas mineras de la provincia de Huelva. “A Chavela le hubiera encantado escucharse en este escenario”, confesaba Martirio en pleno concierto.

Hubo momentos para todo: para el amor y el desamor; para la risa y el llanto; pero sobre todo, para el sentir. Martirio bajó hasta las profundidades de la corta para extraer de ella el más rico mineral en forma de arte, y a ello le ayudó el mejor de los zafreros, su hijo, con un sensacional toque y un no menos exquisito trabajo para pasar las famosas rancheras por el compás flamenco.

Y los sentimientos de Chavela fueron surgiendo a borbotones del interior del lago rojizo de la corta invocados por la voz aterciopelada de Martirio en una conexión telúrica, casi mágica, que envolvió al público en un manto iluminado por estrellas con nombre propio: Mi Segundo Amor; La Noche de Mi Amor a modo de granaina; Las Ciudades por blues sevillano; Sombras, cargada de pasión y gestualidad.

En ese conjuro mágico en el que Martirio convirtió la noche de música a la luz de la mina, también hizo partícipe al cantautor granadino Carlos Cano y su celebre María la Portuguesa para honrar la memoria de uno de los grandes recuperadores del género de la copla como música popular española, sin más bandera, ni color, ni patria, que la belleza.

Martirio se mostró encantada con el escenario y con la complicidad mostrada por el publico durante todo el concierto, hasta el punto de dejar para el final un par de fandangos de la tierra, Nerva la de mis Amores y Cañadilla, y sus populares Sevillanas de los Bloques a petición del público. “Ya me lo decía mi amigo Juan (por el escritor riotinteño Cobos Wilkins): Mari tienes que ir porque el entorno y el público son sensacionales. Y no se equivocaba. He venido a escarbar en la mina y expandir los sentimientos. Me voy con el corazón henchido de emoción”, comentaba Martirio al finalizar.

En definitiva, Festival de Música a la Luz de la Mina, donde ya han triunfado otros genios andaluces de la música como, los pianistas Rafael Prado y Javier Perianes, o los cantantes, Arcángel, Argentina, Kiko Veneno, Alba Molina y Manuel, Raimundo Amador, y otros tantos de grupos de diferentes estilos musicales, no ha podido tener mejor final.

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